Interesante reflexión extraída de [url:n1ln8abq]http://esosdiscosestupidos.com/[/url:n1ln8abq]
[quote:n1ln8abq] La desintegración del tradicional modelo discográfico desde sus orígenes allá por la mitad del siglo XX, se ha basado en el control de la difusión y distribución del material musical, tanto en la venta (física: cassetes y cedés) como en la promoción mediante los medios de comunicación. Sin duda, y especialmente antes de la aparición de la MTV y el fenómeno del videoclip, la radio ha sido una pieza clave a la hora de dar a conocer la música al gran público, pero, paradójicamente y pese al gran servicio prestado a la industria discográfica, las emisoras han sufrido el gravado de las entidades de gestión como la RIAA, teniendo que pagar un cánon por la reproducción de canciones que, no olvidemos, eran -y siguen siendo- facilitadas voluntariamente por las propias disqueras para su difusión.
Dicho impuesto no llegó a impedir, dado su ajuste a las dimensiones (alcance geográfico y audiencia) del ente, el desarrollo de una increíble cantidad de emisoras especializadas en todo tipo de géneros, siendo una cuestión de concentración empresarial y reducción de los límites a la propiedad de medios la responsable de la progresiva desaparición de esa pluralidad radiofónica. Ahora bien, con el surgimiento de Internet y la popularización de ésta, las tradicionales ondas, más que ser desplazadas, han conseguido, contra todo pronóstico, duplicar su difusión en el plano digital, en lugar de ser sustituídas a nivel global por grandes emisoras virtuales o, en su defecto, por un nuevo cosmos de miles de pequeños canales.
Las causas de ese inusual traslado de la repartición del plano analógico, limitado en cuanto a frecuencias, al plano digital, prácticamente infinito y transnacional, podrían ser ampliamente discutidas, pero el consenso es prácticamente total a la hora de incluir la legislación promovida por las gestoras de derechos (RIAA, SGAE, etc.) sobre los nuevos medios exclusivamente virtuales. Éstos, en el caso estadounidense, son obligados a pagar un cánon mucho más alto que el de las radios analógicas (AM y FM), el cual, además, prevé unas espectaculares subidas hasta el 2010, fecha en que se revisará nuevamente. Tales tarifas asfixian los principales proyectos de radio online -aun cuando su principal fin no sea lucrarse- tanto en el mayor mercado de Occidente como a nivel internacional (pues en cada país debe negociarse con las respectivas entidades de gestión que, casualmente, suelen adoptar políticas tan estrictas como similares), limitándolas a pequeños cotos estatales (algo que, nuevamente, redunda en una menor rentabilidad) en un ámbito, Internet, que, por naturaleza, no debería sufrir la imposición de fronteras geográficas.
Los motivos de la aplicación de este muy distinto rasero hay que buscarlas en los intestinos de la RIAA y sucedáneos: su principal estructura organizativa y directiva está copada por personal, tanto artístico como empresarial, de las cuatro grandes discográficas: [b:n1ln8abq]Sony/BMG, Universal, EMI y Warner Records[/b:n1ln8abq], gigantes que, todavía hoy, acaparan entre el 70 y el 80% del mercado musical a nivel global. Como decía al principio, alcanzar tales cuotas de dominio únicamente es posible gracias al manejo de los principales catálogos de artistas, sellos, distribuidoras y, finalmente, medios de difusión y promoción, siendo esta última fase donde entran en juego las radios tradicionales: cerca del 87% de las canciones reproducidas en éstas pertenecen a las cuatro majors; mientras que, por el contrario, en las emisoras virtuales esa proporción se reduce al 44%, además de ajustarse, dentro de las posibilidades que ofrece (verbigracia, el caso de la maltrecha Pandora) a las demandas de los oyentes. Así pues, no es de extrañar que se intente frenar, ley y cepillo en mano, a aquellos nuevos medios que no bailan -ni hacen bailar- al son que marcan las multinacionales.[/quote:n1ln8abq]
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