The Blood Brothers: malos tiempos para el hardcore
La banda de Seattle, después de una década en activo, acaba de anunciar su disolución sin explicar las causas que les han llevado a tomar dicha decisión. Al final resulta que el lazo de sangre del que presumían en su nombre no era para tanto.
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El pasado 8 de noviembre The Blood Brothers confirmaron a través de su página web lo que diversos rumores llevaban apuntando desde tiempo atrás: el divorcio entre los miembros de una banda que había conseguido mantener viva la llama del hardcore más allá de los estrechos márgenes de la escena que la vio nacer. El grupo ya había avisado en octubre de su intención de tomarse un descanso hasta finales de año. La nota publicada la semana pasada da la razón a los que consideraron que aquello suponía el canto del cisne de los de Seattle.
Dicho comunicado se mantiene fiel a los cánones usualmente utilizados en este tipo de despedidas por escrito: se hace saber la causa del comunicado (“hemos llegado a la decisión común de que nuestro tiempo juntos ha llegado al final”) sin dar muchas explicaciones al respecto (“mejor que en el futuro sigamos caminos diferentes”); se extiende el “agradecimiento y gratitud” habitual en estas ocasiones a “las bandas con las que hemos tocado”, “aquellos que nos han ayudado a grabar” y “los que han comprado nuestra música”; y se despiden asegurando que “vuestra amistad, apoyo y amor tienen un lugar en nuestro corazón”. Todo tan bonito como poco revelador.
Después de un quinto trabajo, Young Machetes (V2/Sinnamon, 06), publicado el año pasado y una postrera visita a nuestro país en el mes de febrero, The Blood Brothers dicen adiós a una década en activo que, paulatinamente, les fue situando en una incómoda tierra de nadie: demasiado comerciales para los estándares del hardcore más acérrimo, pero a su vez excesivamente gritones y rebuscados para el indie medio.
The Blood Brothers se retiran, en opinión y para consuelo de algunos, en su mejor momento mientras hay quien considera su separación una tragedia de características similares a la que en el 2001 dio al traste con la carrera de At The Drive-In. Lo único cierto es que sigue habiendo vida una vez muertos los hermanos de sangre.
Al menos para un hiperactivo Johnny Whitney (cantante) que, además se seguir diseñando camisetas cool junto a su mujer, está embarcado en dos nuevos proyectos musicales con otros ex componentes de The Blood Brothers: Jaguar Love a la vera del guitarrista Cody Votolato (y Jason Clark de Pretty Girls Make Graves) y Neon Blonde junto al batería Mark Gajadhar.
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