Si bien Simper procedía de Deep Purple, Warhorse tiene más de Uriah Heep que de aquellos, a pesar de los denodados esfuerzos de Ged Peck por parecerse al señor Blackmore. Cosa que no hacía nada mal por cierto, aunque el interés se lo lleve en más ocasiones el trabajo de Frank Wilson. En cuanto a la labor de Holt lo cierto es que es objeto de opiniones extremas: hay quienes lo ven como un enorme cantante no reconocido y quienes consideran que en este trabajo hizo un papel más que discutible.
«Vulture Blood» da comienzo al álbum correctamente, con algunas buenas melodías de hammond, pero sin llegar a impactar profundamente al oyente. «No Chance» y «Burning» tampoco lo consiguen del todo y hay que esperar al tema que fue elegido como single: «St. Louis», una versión de una banda australiana de los sesenta llamada Easybeats. Una de los mejores de todo el disco y que, al igual que éste, no tuvo apenas repercusión. A partir de aquí la cosa mejora bastante, con «Ritual», «Solitude» y, sobre todo, «Woman Of The Devil», donde Holt parece encontrarse más cómodo y consiguen dar forma a una de sus composiciones más redondas.
Warhorse no aportaba nada más en su tiempo que otras tantas bandas de rock de comienzos de los setenta. Simper hizo lo que había hecho en «Shades of Deep Purple» y «The Book of Taliesyn» y, aunque no bastó para conseguir el éxito, el resultado fue más que respetable.
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