Dusty Rhodes & The River Band anunciaron su separación en 2010, dando lugar a dos nuevas bandas: Warships y The Rambles. Aunque se formaron en 2002 no fue hasta cuatro años más tarde que consiguen su primera demo «Cut Open Like a Fish» y en 2007 publican finalmente su primer y enorme disco «First You Live» con SideOneDummy. Aquel fue un trabajo que es probablemente el mejor y más inspirado compendio de la música popular norteamericana que se ha grabado en mucho tiempo y en el que se daban cita el folk, el country, el rock o la psicodelia de una forma inusualmente natural. Porque lo más importante es que estos seis muchachos de Anaheim dieron forma a un puñado de canciones que -recurriendo al tópico- bien podrían haber estado incluidas en cualquiera de los grandes discos del folk americano de los años 60.
En 2009 sacaron «Palace and Stage», en el que continuaban en el mismo camino estilístico, aunque quizá muchas de sus composiciones no alcanzaban el nivel de las incluidas en «First You Live». Aún así, el álbum estaba muy por encima de la mayoría de los lanzamientos que en los últimos años se han aupado al trono del folk-rock americano sin más mérito que el de tener una pose y unas pintas cuidadosamente estudiadas y alguna cancioncilla más o menos pegadiza.
En 2010 apareció un nuevo disco homónimo que incluía canciones antiguas regrabas y algunas nuevas. Un álbum especialmente indicado para quienes ya se hallaban rendidos antes el talento de la banda, porque temas como «Dear Honey» o «Leaving Tennessee» son casi un ejercicio de enfoque de los mimos temas desde ópticas diferentes. «Street Fighter», dividida aquí en dos partes, está mucho más cercana a Yes, los primeros Genesis e, incluso, Van Der Graaf Generator que la original.
Dusty Rhodes & The River Band no consiguieron el reconocimiento que merecían, quizá debido en parte a las características propias del panorama musical actual, en el que la prisa y el consumo rápido no favorecen la digestión adecuada de ciertos géneros, y posiblemente también a cierta mala suerte. Porque un día te levantas y puedes tener una gran banda y un tremendo disco bajo el brazo, pero después debes enfrentarte al mundillo de las distribuidoras, la promoción, las promotoras y ahí tu valor como músico ya no vale nada y no te queda más que encomendarte a la esquiva suerte.
Texto: Juan Manuel Vilches
«Dear honey»