Desempolvando… «3-D» de Wrathchild America

Wrathchild AmericaLa historia de esta banda no es como muchas otras que conocemos en las que un grupo de amigos se reúne para tocar versiones de sus artistas preferidos y en un par de años sacan su primer trabajo. A Wrathchild America les costó bastante más. Aunque se formaron a finales de los setenta, no fue hasta una década más tarde cuando por fin consiguieron que un sello importante se fijara en ellos. Y, aún así, les quedaba por salvar un escollo más: por aquel entonces la banda se llamaba únicamente Wrathchild y, claro, había otra con el mismo nombre en Inglaterra, así que tuvieron que añadir ese …œAmerica… a su nombre para evitar problemas mayores.

Todo eso retrasó el lanzamiento de su primer álbum, «Climbing The Walls», que salió por fin en 1989 y que, aunque no aportaba nada nuevo al género, llegó a alcanzar cierto éxito y tenía Wrathchild America - Climbing The Wallsalgunos temas interesantes. La cosa se puso realmente seria un par de años más tarde, con la edición de este «3-D» que nos ocupa. Un disco que ya desde su portada auguraba algo nuevo: el logo se había estilizado y la ilustración estaba más cerca del concepto que bandas como Rush o Pink Floyd habían usado anteriormente que del tono más agresivo de la mayor parte de las portadas de álbumes de thrash de los ochenta.

«3-D» da comienzo con la canción que da título al disco, donde ya encontramos muchos de los elementos que dominarán duran los más de cincuenta minutos siguientes: riffs acertados, solos Wrathchild America - 3-Dfrenéticos, cambios de ritmo continuos y la áspera y seca voz de Brad Divens. Con «Spy» tenemos una curiosa síntesis de swing y thrash, aunque más tarde en la instrumental «Prego» vamos a encontrar algo de jazz. En ambas vemos que, aunque «3-D» no llegó a tener la repercusión de otros álbumes de la época, estaba en muchos momentos en la misma línea que «Focus» de Cynic, o «Unquestionable Presence» de Atheist. A partir de aquí vamos a escuchar casi de todo: amenazadores medios tiempos, como en «Gentleman Death», guitarras acústicas que se transforman casi en clásicas, como en «Desert Grins», el blues jocoso en la versión de Albert Collins «I Ain…™t Drunk» e, incluso, un corte lento que recuerda a temas como «Soulitude» de Overkill o «Trail Of Tears» de Testament.

Como ya hemos visto en esta misma sección y en otros casos, aquellos primeros noventa no fueron años propicios para el rock más duro y mucho menos para un thrash demasiado cercano a la experimentación y que parecía encontrarse en aquellos años en plena revolución, así que estos tipos decidieron cambiarse de nombre y apostar por un nuevo enfoque estilístico, pasando a ser conocidos como Souls At Zero. Bajo ese nombre y nueva imagen consiguieron sacar un par de discos más y un EP. Pero eso ya sería otra historia.

Texto: Juan Manuel Vilches

«Spy»

Como siempre que podemos, aquí tenéis el disco en streaming para que lo podáis escuchar.

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  • 25/09/2012
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