Decepcionante es uno de muchos adjetivos que se me ocurren para calificar el concierto que Tricky ofreció en la Sala Apolo, especialmente cuando Adrian Thaws no se encuentra en un mal momento de forma. Tras ser uno de los máximos exponentes de un género que ayudó a crear como es el Trip Hop, supo reinventarse e incorporar sonidos más analógicos y orgánicos a su característico estilo creando un buen puñado de discos más que decentes. En su transición perdió a su compañera de viaje Martina Topley-Bird pero siempre supo rodearse de talentosas (y guapas) mujeres como las recientes Francesca Belmonte y la nigeriana Nneka.
Puesto que casi cada tema de su último trabajo lo canta alguien diferente decidió incorporar a esta gira a la reunionesa Ajeya, que en ningún momento estuvo a la altura. No es que la cantante fuera la culpable del lamentable concierto, esto es cuando al Madrid o al Barça le meten cuatro goles el día menos pensado y no son capaces de remontar el partido a pesar su calidad. ¿De quién es la culpa? Pues imagino que un poco de todos. Para empezar la ridícula cantidad de luz en el escenario, y con eso me refiero a la ausencia de ella, dificultando el trabajo de los fotógrafos pero también haciendo muy difícil disfrutar del carisma y los múltiples tics del cantante de Bristol. Quizás Tricky quiso bridarnos una experiencia extrasensorial donde lo que primase fuera el sonido, pero este tampoco acompañó. Ya sabemos que Tricky es mucho de susurros y que lo suyo es sobre todo el teletrabajo, pero ahí es donde Ajeya no supo o no le dejaron tomar las riendas. Con uno susurrando en el escenario había suficiente, no hacían falta dos.
Para ser un concierto patrocinado y que valía cerca de 30 euros, la puesta en escena dejó mucho que desear. Ya no solo en lo visual, sino que sus otros dos acompañantes (guitarra y batería) mostraron una falta total de personalidad. La cantidad de partes pregrabadas tampoco ayudó a la intensidad del concierto y los abruptos cortes presentes en algunos de los temas de su último disco de quedaron en eso, en cortes en directo sin espacio al más mínimo desarrollo o improvisación. Del setlist no nos podemos quejar, no esperábamos que incorporara clásicos como «Vent» del «Pre-Millennium Tension» (1996), «Overcome» o una descafeinada «Black Steel», la versión de Public Enemy incluída a su obra maestra «Maxinquaye» (1995). Pero temas de su último trabajo como «Nicotine love» tenían que haber puesto patas arriba la Sala Apolo y simplemente no funcionaron. Tricky llegó, se fumó un par de porros a caraperro, pasó por caja y se fue dejando un mal sabor de boca en la mayoría tras ser incapaz de remontar el concierto cuando vio que se le escapaba de las manos.