Omar Rodríguez López. Nerd de los cachivaches analógicos, guitarrista tirando a onanista con un aura marcadamente cool, y artista respetado por roqueros y venerado por modernos ávidos de sensaciones fuertes. Entradas agotadas en su primera visita con su grupo a Barcelona. Grupo del que, no nos engañemos, la mitad de los que fuimos a verle hemos escuchado apenas un disco entero suyo. Imagino que como At the drive-in actuaban esta misma semana en el F.I.B. (cosa que me da una rabia tremenda, yo los quería ver de nuevo en sala), mucha gente albergaba la esperanza que hicieran un concierto sorpresa, o que Cedric Bixler (su compañero de correrías en casi todos sus proyectos) se uniera a ellos para hacer algo parecido a The Mars Volta.
Pero ni una cosa ni otra, pues lo primero que nos encontramos fue a Eureka the Butcher, que resulta que es el hermanísimo de don Omar (Marcel se llama él, como el monete que salía en …œFriends…), y, visto lo visto, es mucho más moderni que su hermano. Laptop y un par de maquinitas fue lo único que necesitó para marcarse un live repleto de ritmos rotísimos, apabullantes bajos y melodías cósmicas y bizarras. Hip hop abstracto, sampladelia y dubstep enfermizo para crear un puzle sonoro barroco y fascinantemente groovy. Y si a eso le añades una moza la mar de mona haciendo el baile del vientre a su son, imprimiendo hipnotismo y sensualidad al directo de Eureka the Butcher, tenemos a uno de los teloneros más interesantes (por inesperado, por original, por sus cojones) de los que me he encontrado últimamente en un concierto. Aunque la mayoría del público asistente posiblemente rebata esta opinión.
Y una vez acabado el chou electrohiphop rompehuesos del carnicero Marcel Rodríguez López, aparecieron Omar y sus dos escuderos al bajo y la batería para brindarnos hora y cuarto de psicodelia y libertinaje sonoro. ¿Me gustó lo que vi y escuché? Negarlo sería negar lo evidente, porque está claro que son tres fantásticos instrumentistas, creativos y prácticamente únicos en su especie. Pero (siempre hay un …œpero…), por momentos, la sensación de estar viendo más un ensayo o una jam session entre ellos que un concierto propiamente dicho me provocó algún que otro bostezo. Pero sí, Omar Rodríguez y sus compadres demostraron que, pese a ser uno de los grupos más raretes de la escena rock contemporánea, a psicodelia (y un poco de jeta) pocos les ganan.
Texto: Andrés Derrick
Fotos: Desenfocado