Y Niwl – Y Niwl (2010)

El otro día hojeando una revista de esas de tendencias que tanto me gustan, tropecé con este nombre, Y Niwl, en la esquina inferior derecha de una de las últimas páginas, junto a la descripción «surf instrumental». Nunca me he considerado un cool hunter de la música (tengo que decirlo, no le encuentro la gracia a Lana Del Rey); de hecho soy más bien bastante ecléctico en cuanto a gustos, pero es leer esas palabras juntas y algo dentro de mí se revuelve. Será un pasado surfero que nunca tuve, o tal vez el gusto por aquellas bandas de las que mi madre aún guarda vinilos en el sótano (como Cliff Richard and The Shadows). El caso es que no podía dejar aquello allí y claro, San Google lo acabó remediando.

El caso es que Y Niwl es un grupo del norte de Gales, de formación bastante moderna (2009, el disco que nos ocupa es de finales de 2010), cuyo nombre gaélico se pronuncia «Uh Nule» y significa «La niebla» (según la wikipedia, no soy yo conocedor del Cymraeg). Reconocen influencias de The Shadows, y, yendo incluso más lejos, diría que ecos garageros de los 60. Reconocen que les gusta tocar, y que sus canciones suelen salir de jam sessions interminables, donde acaban quedándose con la mejor toma. Como curiosidad, los nombres de las canciones son los números en gaélico, pero ni empezando por el uno ni en orden, para qué poner las cosas fáciles.

Tras leer esto la curiosidad terminó de vencerme, y me compré en su bandcamp su disco de debut (para los fetichistas de lo físico, por un incremento irrisorio en el precio podeis tener el CD o el vinilo, austeros en producción eso sí), y tras un par de escuchas un sábado noche (parece que no, pero esto afecta al oído) me enganchó. Me enganchó por una soberbia producción Lo-Fi, y por un sonido que pudiéramos (mal) llamar Tarantino, melodías sucias con bases rítmicas sencillas y repetitivas, donde la guitarra y el órgano cobran protagonismo. Sin ir más lejos, en «Undegpump», el corte que abre el album, es la guitarra la que se lanza a un ritmo pegadizo que luego va suavizando en «Chwech». En «Deg» aparece por primera vez el órgano, en una melodía interesante aunque, eso sí, muy simple. «Pedwar» y «Undegpedwar» escarban más en las raices surferas del sonido, con el uso de esa pedalera tan característica. El ritmo baja en la segunda parte del álbum, casi hasta la balada 50s, esa que marcaba el final del día y podría sonar de sobra en la gramola de tu cafetería favorita, tomando un batido de fresa, con excepción eso sí de «Wyth», en la que hay un considerable eco de la canción más conocida de The Shadows, «Apache».

En fin, un bonito e interesante descubrimiento que habrá que seguir de cerca. Dicen que sus conciertos son espectaculares y que te trasladan a una atmósfera sesentera, aunque tendremos que viajar a la pérfida Albion para comprobarlo ya que no tienen en calendario ningún concierto lejos de las islas.