VV.AA. – Sound City Studios: Real to Reel (2013)

Cuando vi el documental …œSound City…, dirigido por Dave Grohl, hubo una parte que me llamó especialmente la atención y no fue la dedicada a contar la historia de los míticos estudios del mismo nombre. Si algo disfruté durante la película fue esa segunda mitad en la que el bueno de Grohl monta la mesa analógica en los 606 Studios, ubicados en el garaje de su casa, y se encierra con un buen plantel de colaboradores para dar forma a la banda sonora que acompañaría al documental. Componiendo y grabando a la vieja usanza, sobre cinta, y con las canciones naciendo prácticamente en el propio estudio tomó forma …œSound City Studios: Real to Reel…. Un trabajo por el que pasan sospechosos habituales, como Josh Homme (Queens of the Stone Age, Them Crooked Vultures), los pluriempleados Chris Goss y Alain Johannes o el resto de compañeros de Grohl en Foo Fighters, pero también nombres sorprendentes como Rick Springfield, Corey Taylor (Slipknot, Stone Sour), Stevie Nicks (Fleetwood Mac) o el mismísimo Paul McCartney. Un considerable número de músicos que no impide que el disco transcurra por los parámetros clásicos del rock, muy cerca de los propios Foo Fighters en muchas ocasiones y con algunos desvaríos dignos de mención que terminan por convertir el trabajo en una obra original y de lo más entretenida. Como ya hiciera hace unos cuantos años con Probot, otro de sus proyectos paralelos, Grohl no se pierde una y participa en todas las canciones, dejando su impronta de manera más que clara en muchas de ellas. …œThe man that never was…, en la que participa Rick Springfield, bien podría formar parte de un nuevo disco de Foo Fighters. También la inicial …œHeaven and All…, a la que añaden un toque de suciedad guitarrera Robert Levon Been y Peter Hayes de Black Rebel Motorcycle Club, y lo mismo con la sensual …œYou can…™t fix this…, cantada por la nasal y particular voz de Stevie Nicks, que combina a la perfección con los coros del propio Grohl.

Tampoco desentonaría en un disco de los Foo …œTime slowing down…, tema discretito teniendo en cuenta que tras él se encuentran Tim Commerford y Brad Wilk, bajista y batería de Rage Against the Machine respectivamente, y que tiene su mayor atractivo en la voz de Chris Goss. Mucho más divertida es esa canallada anfetamínica llamada …œYour wife is calling…, con Lee Ving de Fear al frente. Un pildorazo de punk rock directo en el que también participa Alain Johannes y con una parte instrumental intermedia que está cerca de ser lo mejor del disco en cuanto a guitarreo se refiere. Otro que rockea aquí como hace tiempo que no lo había hecho es Paul McCartney, que se rodea de los restos de Nirvana (Grohl, Krist Novoselic y Pat Smear) en …œCut me some slack…, tema que ha servido de reclamo principal para el documental y que tiene un más que imprevisible atractivo viniendo de una mezcla tan bizarra. Suena potente, es pegadizo y seguramente quede para el recuerdo como una curiosidad reseñable. Por el contrario, las revoluciones bajan con la colaboración de Corey Taylor, que se apunta con …œFrom can to can…™t… la parte más melódica del disco demostrando, como ya lo hace en Stone Sour, que no solamente sabe desgañitarse al frente de sus Slipknot. También Grohl se pone sensiblero en …œIf I were me…, donde posa su voz sobre un bucle acústico y los violines de Jessy Greene dando lugar a una de las piezas más bonitas del disco. Otra que se sale de la línea marcada es …œCentipede…, donde Chris Goss, Johannes, Grohl y Josh Homme parecen trasladarse a una de las Desert Sessions de los estudios Rancho de Luna en un tema árido propio de los Queens of the Stone Age más experimentales y que desemboca en otra buena ración de guitarras. Repite Homme en la más discreta …œA trick with no sleeve… y en …œMantra…, otro de los momentos especiales tanto del disco como del documental. Ver a tres titanes como Dave Grohl, Josh Homme y Trent Reznor (NIN, How to Destroy to Angels) grabar juntos en un estudio e ir añadiendo capas y arreglos a una canción se basta por si solo para que el documental sea de visionado obligado y el disco de escucha obligatoria. Más de siete minutos que comienzan con un repetitivo bucle que va creciendo hasta poner fin al disco de manera sobresaliente.