Toundra – III (2012)

En un momento tan complicado, deprimente y poco esperanzador como el que vivimos, con porcentajes, cifras y números llenándonos y embotándonos la cabeza, con drásticas reducciones de derechos conseguidos gracias al esfuerzo de nuestros padres y abuelos, y con unos dirigentes que parecen vivir en un mundo aparte del 99% de la población, discos como este …œIII… de Toundra se me antojan más necesarios que nunca. Porque sí, porque por lo menos servidor, está hasta los cojones, cansado de dar y no recibir, de ser tratado como simple ganado (o incluso peor), y de ver que el horizonte que se nos dibuja no es precisamente halagüeño.

Y con un álbum como el de los madrileños, que, como su propio nombre indica, es el tercero de su carrera, la dosis de escapismo y el chute de antídoto contra la mediocridad y el cualquierismo imperante está asegurado. Y desde luego que una sociedad como la nuestra, además de intentar frenar la tormenta neoliberal y antihumanista que estamos sufriendo, que nos quiere devolver a una medievalización de la sociedad, necesita también de pequeños escapes, rincones donde esconderse de tanta injustica y desfachatez.

Y con este …œIII…, ese pequeño viaje a un lugar desconocido, pero gustoso, está asegurado. Porque Toundra son de esos grupos capaces de lograr con su música lo que pocos consiguen: transportarte, elevarte, y convertir 40 minutos de álbum en una liturgia y celebración del rock más duro, creativo y onírico. Fogosas guitarras, líneas de bajo culebreantes, vigorosas percusiones, breakdowns apabullantes, instrumentos de cuerda puestos dónde y cuándo tocan…¦conformando una continuación a la altura (e incluso superior, aunque el tiempo lo dirá) de su predecesor, un álbum que parecía ser el punto álgido de Toundra, pero que con este nuevo trabajo hemos visto que no, que el techo de los madrileños está todavía lejos. Marte es el límite.