Tom Waits – Bad as me (2011)

Siete años han pasado desde «Real Gone», la última incursión discográfica si obviamos el caras B de rarezas, de este peculiar personaje forjado en sucios y ruidosos tugurios nocturnos de Los Ángeles, donde, el humo, el whisky y gente con unas cuantas buenas historias que contar están a la orden del día. Uno de las puntos a destacar del artista, es el universo que ha forjado alrededor de él, a través de las melodías y letras, muchas de ellas basadas en la Generación Beat, aliñadas con su inconfundible voz, herencia directa del legendario bluesman Howlin…™ Wolf. Cada nueva publicación del artista es una incógnita, porque, con la etiqueta de artista de culto y muy amigo de la experimentación, nunca sabes por dónde le va a dar.

A diferencia de su antecesor, en el que explora con su música hasta terrenos donde no ha llegado antes, apuesta por un sonido menos arriesgado, más cercano al rock & roll, el blues más visceral, en la línea de «Bone Machine» y «Mule Variations», sin llegar al nivel de éstos. Nos encontramos con un disco bastante variado, donde se intercalan canciones salvajes apoyadas con una marcada sección de viento y percusión, y baladas muy acertadas. Hay que destacar la gran labor de la banda, que habitualmente le acompaña, además de algunas colaboraciones de lujo como el pirata Keith Richards o Flea de Red Hot Chili Peppers.

Aunque el disco está compuesto por buenas canciones, el punto flojo que le encuentro, es que no hay una uniformidad en ellas, como si de un recopilatorio se tratase. Al escuchar el disco entero, acabas con una sensación de discontinuidad a medida que van pasando y de falta de conexión entre los temas, frenando en seco el intercambio de sentimientos, y, provocando que no acabes de conectar del todo con el disco. A estas alturas de la película, Tom Waits, no tiene nada que demostrar a nadie, y, a pesar de lo comentado anteriormente, sabe ejercer muy bien su oficio y, para sus seguidores, les brinda nuevo material de calidad con personalidad, que siempre es de agradecer, para los que no conozcan aún al artista es un buen punto para empezar a disfrutar de él.

Nos vemos en el Mississippi en cualquier encrucijada con el diablo como compañero de viaje.