Skating Polly – The Big Fit (2016)

Os voy a confesar alguno de mis secretos para descubrir grupos. Me paso las ocho (como mínimo) horas diarias de curro escuchando grupos de los que no he oído hablar nunca, algunos al primer tema ya sabes que tienen potencial, otros no pasan de la primera canción y con algunos (muy pocos desgraciadamente) a la mitad dices «Vaya discazo, ¿no?». Algo así me pasó con «The Big Fit», y al llegar a casa y buscar un vídeo para colgar en facebook… WTF!?

En el vídeo de Skating Polly aparecían dos chicas jovencísimas con un descaro impropio para su edad. Decidí ahondar un poco en la historia de Kelli Mayo y Peyton Bighorse para enterarme que el grupo lo formaron con 9 y 14 años respectivamente. Su primer disco («Taking Over The World», 2011) lo grabaron el salón de su casa básicamente con una batería y un basitar (un bajo de dos cuerdas, como el que usaban los Presidents of The USA). Poco antes de lanzar el disco y tras un concierto en Oklahoma de Exene Cervenka, cantante de los seminales X, las dos hermanastras le hicieron llegar las demos del disco. La veterana cantante quedó tan sorprendida por su sólida base punk que se convirtió en una de las mayores valedoras de la banda y acabó produciendo su segundo trabajo («Lost Wonderfuls», 2013) en los estudios Hook Echo Sound de Blag Dahlia, el cantante de los Dwarves. El encargado de mezclar el disco no fue otro sino Kliph Scurlock de The Flaming Lips. Para el tercer disco («Fuzz Steilacoom», 2014) contaron con Calvin Johnson (Beat Happening) a los mandos y ya lo lanzaron en su propio sello, Chap Stereo. Si después de todo esto que os he contado no os ha picado la curiosidad es que no tenéis sangre en las venas.

Y llegamos a su cuarto disco en estudio. Momento para recordar que la menor actualmente tiene solo 16 años pero sobre todo un carisma apabullante (y cara de loca también). «The Big Fit» tiene un poco de grunge, un poco de radio college, de punk rock, de pop cabaretero a lo Amanda Palmer y mucho de riot grrrl, o como ellas prefieren llamarlo: ugly pop. En sus temas hablan de un manera muy madura de los típicos miedos y sentimientos de la gente su edad pero que pueden ser perfectamente aplicables a viejóvenes como nosotros. Musicalmente los temas no son simples y suelen tener una vuelta extra de tuerca, mucho temazo que nos hace reconectar con el espíritu noventero y poco relleno (que lo hay, pero mínimo).