Matmos – The Marriage of True Minds (2013)

Sé que me estoy metiendo en camisas de once varas y que esta crítica debería habérsela propuesto a Andrés Derrick que está (y va) más puesto en el tema, pero Matmos es un grupo tan raro que no he podido evitar la tentación de intentar analizar su nuevo trabajo (el primero en cinco años). Además, puede resultar curiosa la opinión de alguien que lo suele observar todo desde un prisma rockero.

Mi relación con el dúo de Baltimore se remonta a 2001 cuando los vi de teloneros de Björk desde la quinta planta del Liceu, ya en ese momento me di cuenta que a este grupo había que darle de comer aparte, ¿un grupo que mezcla música electrónica con sonidos de operaciones quirúrjicas y globos desinflándose? Pues sí, y su nuevo trabajo no es más normal que el ya lejano «A Chance to Cut Is a Chance to Cure» pero sí de lo mejor que he escuchado en las últimas semanas. «The Marriage of True Minds» es un disco conceptual dedicado a la telepatía, en el que el grupo plasma musicalmente los resultados de sus experimentos Ganzfeld de percepción extrasensorial que han llevado a cabo durante los últimos cuatro años. El resultado no dejará a nadie indiferente, ya hubiera querido Mike Patton contar con ellos para el «Disco volante» de Mr Bungle y no estaría nada mal que M.C. Schmidt y Drew Daniel se encerraran en una habitación junto a Trent Reznor para jugar con los aparatos pseudoanalógicos del líder de Nine Inch Nails.

Como ellos mismos dicen, es el primer disco que empieza con claqué y acaba con doom, donde destacan temas como «Very Large Triangles» (la menos rara del disco), «Mental Radio» (eso más que tropicalismo es una redada en un banco de jurelillos raveros), «Tunnel» (con la guitarra de Owen Gardner de Horse Lords subiendo hasta la estratosfera mientras Dan Deacon es poseído por un monje tibetano) o «ESP» (una deconstrucción del tema de los Buzzcocks con la ayuda de Gerry Mak de Bloody Panda y miembros de Pleasure Wizard).