Mannequin Pussy – I Got Heaven (2024)

Tras mucho boca-oreja gracias a sus incendiarios directos, en 2019 el cuarteto de Philadelphia editó «Patience» a través del sello de Brett Gurewitz, logrando contra viento y marea alcanzar la fama. Pero Mannequin Pussy siempre han sido maltratados en las redes por su provocativo nombre y han tenido que superar muchos baches en su carrera. Con «I got heaven», era el momento de de superar el listón o, como mínimo, aguantar la presión de tener las críticas de los medios a favor.

Si lo han conseguido, me temo que todavía está por ver, porque es cierto que éste puede ser el álbum más completo de la banda y se les nota desatados creativamente, pero tampoco tiene temas demasiado memorables. El corte que abre y da nombre al disco es mi preferido, asentando las bases de lo que vendrá después, una montaña rusa emocional capaz de acelerar del dreampop al hardcore más animal sin despeinarse.

Las letras de Marisa Dabice siempre se han caracterizado por su introspección, llenas de experiencias personales e inseguridades. Algo de eso sigue habiendo, pero también ansias de libertad artística y personal, además de una carga sexual inédita para la autora de canciones como «Drunk II». Todo el mundo tiene derecho a evolucionar, y en lo musical el grupo lo ha hecho. Se les nota más sólidos, atrevidos, versátiles y compenetrados a la hora de componer. La incorporación de Maxine Steen a la guitarra parece haber sido un acierto y siguen teniendo una de las baterías más solventes del indie rock.

La escena hardcore cada vez está más abierta a todo tipo de sexos, sexualidades, formas y colores, y Mannequin Pussy deberían estar en primera fila ondeando la bandera. Seguimos apostando por ellos.