D Generation – Nothing Is Anywhere (2016)

Para saber que en los últimos 17 años casi todo ha ido a peor no hace falta ser un sesudo analista, a la vista está que el mundo occidental se derrumba en su egoísmo y su indecencia moral. Y tú, eh, no mires para otro lado que la culpa también es tuya (y por supuesto, mía). Y si hablamos del estado del rocanrol, la cosa es para echarse a patalear y llorar. El siglo XXI no ha sido pródigo en grandes grupos, y los que han asomado la cabeza por el mainstream o son unos revivalistas de tomo y lomo o simplemente son una mierda que apenas se merece el rocanrolero término.

Y no os voy a engañar, la vuelta tras 17 años de los neoyorquinos D Generation no va a suponer ninguna vuelta a nada, ni las guitarras y el cuero volverán a ponerse de moda entre los chavales (al parecer las gorras patrás les aprietan demasiado la sesera, y así no se puede), ni el punk rock volverá a ser molón por lo que es (por la música), y no por las pintas. Que es que vas por la calle y te crees que te has cruzado con un fan de los Dead Boys y resulta que no, que es un bloguero bisexual que ha visto que vestido así se es más guachi. Con la mano abierta.

¿Ha valido la pena la vuelta discográfica de estas cinco ratas de cloaca neoyorquinas? Si la pregunta va dirigida a mi persona, diré que sí, que me hacía falta y que incluso lo necesitaba, y que aunque nunca será un disco que signifique lo mismo que significó su …œNo Lunch… (éramos jóvenes y quemábamos todo, el grupo y yo), es un retorno que continúa, casi como si este largo lapso de tiempo no hubiera exisitido, el sendero iniciado en los 90 por D Generation. Ecos de New York Dolls, de Cheap Trick y de los Stones pasados por la trituradora streetglampunk de estos cinco varones, y que suele dar brillantes resultados para con los amantes del ruoq callejero y agridulce, facción en la cual D Generation sobresalen como lo que son, los mejores representantes que tenemos en estos momentos. Bienvenidos sean.