Biznaga – Centro Dramático Nacional (2014)

Ahora que la canícula veraniega ya va tocando a su fin y que se repiten las fiestas patronales en nuestros pueblos, toca hacer un poco de balance de esta estación tan calurosa y tan plagada de festivales (algunos excelentes, otros infumables). Hace tiempo que no pasaba yo por estas páginas, y no por falta de ganas precisamente, más bien de música decente que llevarme a los oídos y que recomendarte a ti, fiel lector. Porque oye, como bien dice mi padre …œsi no tienes nada bueno que decir, mejor estate calladito….

El verano, esa estación sinónimo de vacaciones (para algunos) y de calor (para los más). Esa estación, la única en la que encontramos pegado aquello de …œla canción del…. Porque, no nos engañemos, en esta estación de encefalograma plano para la mayoría, se pueden oír auténticos truños inundando las ondas hertzianas a todas horas, lo que hace que la melodía se te acabe pegando como moscas a la mierda (perdón por el símil, pero venía muy a cuento). Por suerte, en esta era globalizada, nos podemos permitir todos y cada uno de nosotros el tener una canción del verano propia, una tonadilla que, sin mayores pretensiones, nos acompañe en la peregrinación a la costa (los que la tenemos lejos). Sin rubor admito que la mía ha sido …œBumblebee…, del irregular álbum de Kasabian, porque si, porque me gusta.

Pero si hablamos de álbum del verano, eso ya es otra cosa. Porque a estas alturas, encontrar un larga duración que puedas exprimir suele ser tarea compleja, y es que las discográficas suelen guardarse las joyitas para cuando les conviene, para cuando estamos todos enfrascados en nuestro día a día, y listos para gastarnos unos euros en algo que queramos escuchar, y no en un doble de Mahou. Pero, ah, amigos, esa globalización de la que hablaba permite también que artistas autoproducidos o pequeñas disqueras se lancen a la caza de escuchantes que busquen sonidos diferentes, que no estén remezclados por ninguna estrella de dudosos gusto y origen. En esa categoría, entra este «Centro Dramático Nacional» de Biznaga, que suena a punk por todas las caras, y que rezuma a grupos tan nuestros como Parálisis Permanente, Eskorbuto, Patrullero Mancuso, y tantos otros que, en los 80, participaron del que en mi opinión fue el último gran movimiento cultural que hemos tenido aquí en la piel de toro.

Biznaga por suerte no imita (ni trata de vivir de glorias pasadas, alabados sean), y deja que toda esa música empape su propia esencia. dejándola salir en ráfagas cortas. Con una producción excelente, cuyo sonido nos recuerda a aquel de la época dorada de libertad sin cortapisas, se acerca a nuestro punk desde el respeto, pero sin soplapolleces, sin necesidad de copiar nada, y desde el ángulo más oscuro de aquello que unos llaman …œLa Movida…, y que resultó ser más que lo que nos ponían en Tocata.

Sin ánimo de destriparos el disco, porque ya me esperan para el vermú, os recomiendo escucha atenta y prefiestera de sus diez cortes. Me cuesta elegir uno favorito, aunque para mi gusto destacan sobre el resto …œLas Brigadas Enfadadas… y …œMaldita mi estampa…, probablemente porque son aquellas en las que los ecos punk resuenan con más fuerza, y es que «como dice la canción, todos somos putas….