¿Cómo enfrentarse a un nuevo disco de los Stooges –de nuevo con el prefijo Iggy en el nombre- tras haber sido testigos del derrumbamiento del mito que supuso su anterior “The Weirdnessâ€? Pues con alegría, sin prejuicios, y sabiendo de antemano que no te vas a encontrar con nada ni la mitad de excitante de lo presentado por los de Ann Arbor (Detroit) durante los años 60 y 70.
Si Furguson fueran un grupillo de esos de medio pelo que no paran de salir de la pérfida Albión, posiblemente se hubieran tirado al indiepop bailongo con su segundo elepé. O quizá se hubieran lanzado al dubstep patillero salpimentado con un poco de jarcor FM. Tampoco sería nada reprochable (bueno, sí que lo sería), aquí todos intentamos ganarnos el pan como buenamente podemos
Tías en pelotas tocadas con un gorro de jefe indio, luces estroboscópicas, denso humo marihuanero verdesito y nebuloso, visiones distorsionadas causadas por el consumo de cartones lisérgicos, sequedad bucal y tensión mandibular comparable al Groove con el que baila la Falla de San Andrés. Así me suelen dejar el cuerpo los discos de los texanos -de Austin- The Black Angels (y esas cosas suelo proyectar en mi cochambrosa mente mientras los escucho).
José Guerrero, no contento con ser parte (y voceras) de los angulosos Betunizer, miembro de los viajeros Jupiter Lion, de los abracadabrantes Orquesta del Caballo Ganador, y de los amantes de los aparatejos sonoros, Rastrejo, nos presenta ahora su nuevo proyecto, Cuello. Vaya con el señor Guerrero, está más ocupado que Luis Bárcenas un día de cobro en la madrileña calle Génova.
Los adelantos en forma de single que los jerezanos G.A.S. Drummers habían presentado en las fechas anteriores a la publicación de su nuevo álbum prometían excitación, intensidad y calidad, y una vez escuchado varias veces este “We got the lightâ€, puedo afirmar que su nuevo trabajo, si no es lo mejor que han ofrecido al público desde su formación hace más de una década, desde luego que está muy cerca de ser su LP más completo y logrado.
“A mi es que el flamenco me encanta, es taaaan auténticoâ€, dijo el amante de Beach House. “Pues Manolo Caracol es mi puto ídoloâ€, le respondió ése al que le sacas de tostones como Wilco y se siente como mi abuelo en un after hour. “No, si a mí lo que siempre me ha gustado es el funk africanoâ€, espetó aquella que se cambia de chaqueta más que el plasta de Damon Albarn. “Pues a mí los Triana me han marcado a fuego, y Camarón ya ni te cuentoâ€, respondió el notas del flequillo y una camiseta de La Casa Azul…
Irrumpieron con estruendo en la escena electrónica española con su disco debut (y homónimo) hace un par de años, sin saber nadie exactamente de dónde había salido esa pareja que se hacían llamar The Suicide of Western Culture. Dos encapuchados personajes, amantes del head banging, y con más pinta de tocar en un grupo de hardcore metalizado que de ser amantes y productores de música sintética.
Una de las cosas que más me gustaría en el mundo es mirar por un agujerito qué ha sido de la vida del tolay que, en un lejano Doctor Music Festival (creo que del año 96), subió al escenario en plena actuación de Bad Religion para increpar con muy poca gracia a Greg Graffin, impertérrito cantante de la banda californiana desde sus inicios
Una de las cosas que más me gustan de los catalanes Bullitt, además de, obviamente, sus composiciones musicovocales, es que tienen pinta de ser cuatro chavales la mar de majos…
Ya lo decían No me pises que llevo chanclas, Japón está muy pero que muy lejos, quizá por eso el cuarteto nipón Bo Ningen viven en la megalópolis conocida como Londres desde hace una buena temporada, concretamente desde que editaron hace año y medio su pretérito y homónimo LP, el cual obtuvo un inesperado éxito entre la comunidad ávida de nuevas sensaciones roquistas (entre los que me encuentro, claro).
Lo reconozco, apenas conocía a Brighton 64 más que de refilón (si eres de Barcelona, es complicado no tener algún amigo fan del cuarteto), nunca he sido mod (aunque una vez, hace más de una década, yendo a por una entrada de los Supersuckers, el dependiente se aventuró a decirme si venía a por una entrada de los Ocean Colour Scene), ni me va demasiado el pop clásico de botín y camisa…
Recuerdo que hará casi una década, no había urbanita roquero barcelonés que no se pirrara por …And You Will Know Us by the Trail of Dead. Eran los tiempos de su explosivo “Sources, tags & codesâ€, época en la que el hardcore, posthardcore, o como queráis llamarlo, era el género a seguir por las masas borreguiles rockeras de la ciudad condal. Ahora, unos cuantos años después, los Trail of Dead parecen haber perdido casi totalmente el fuelle mediático
Si hay un grupo y un artista en concreto que merezcan el reconocimiento que no han recibido durante más de 20 años de carrera, esos son Warrior Soul y Kory Clarke. Que hoy en día son prácticamente sinónimos, pues de la formación original de la banda neoyorquina únicamente queda su líder, vocalista e instigador
Desde hace cosa de un par de meses, no paro de escuchar una cantinela que se va repitiendo por webs, redes sociales, y bares en los que suena música roquista: “¿Has escuchado a Metz?â€. Pues no hijo no, hasta hace poco no los había escuchado, pero, según lo que me contaban insistentemente, este trío canadiense son la nueva esperanza blanca del guitarreo y del desquicie roquero.
Si Caleb y Ashton Bird no hubieran formado Tweak Bird durante su adolescencia en Carbondale, Illinois, me da a mí que, con la pinta de sociópatas que gastan, hubieran acabado siendo un par de hermanos al más puro estilo hermanas Izquierdo. Sí, aquellas que instigaron la infausta matanza en Puerto Hurraco y que tantas risas (y sudores fríos) nos han proporcionado desde los 90 a algunos excavadores de la miseria humana
Como suele pasar en muchas ocasiones en este país, los proyectos musicales que se salen de la norma o no siguen los parámetros de las modas musicales del momento, son ignominiosamente ignorados por el gran público. Lo que ya es más preocupante es cuando una banda como los murcianos Schwarz, con 8 discos contando este “Alquimística†en su haber, apenas son conocidos tampoco en el mundillo más subterráneo y alternativo de la escena musical patria.
Qué miedo que dan las reuniones de grupos, y más si esos grupos, como el caso que nos ocupa con la Jon Spencer Blues Explosion, son uno de tus favoritos cuando el cuerpo te pide marcha, sudarla y liarla (pardamente). Y más cagalera que le entra a uno viendo las arrugas que luce el señor Spencer, las canas que peina Judah Bauer, y lo tonel –aunque nunca fue una sílfide precisamente- que se ha puesto Russell Simmins tras 8 años sin saber demasiado de ellos.
Con el ritmo de publicaciones que han ido cogiendo los Dinosaur Jr desde que volvieron a su formación original (J.Mascis -el Gandalf del guitarreo-, Lou Barlow y Murph), a veces pienso que, o tras reformar la banda con sus miembros originales, las musas han vuelto a visitar a don Mascis repetidamente, o que alguno de ellos tiene una enfermedad terminal que les hace publicar nuevo disco cada año y medio, no vaya a ser que les pille el toro con un montón de canciones bajo el brazo.
En un momento tan complicado, deprimente y poco esperanzador como el que vivimos, con porcentajes, cifras y números llenándonos y embotándonos la cabeza, con drásticas reducciones de derechos conseguidos gracias al esfuerzo de nuestros padres y abuelos, y con unos dirigentes que parecen vivir en un mundo aparte del 99% de la población, discos como este “III†de Toundra se me antojan más necesarios que nunca.
Cave son un cuarteto de Chicago, amantes del rock más tranceroso, progresivo y narcótico. Así que, como comprenderéis, me han llegado al tuétano con su reciente LP “Neverendlessâ€, editado en uno de los sellos con más solera del underground yanqui, Drag City, disquera por donde han pasado desde Stereolab a Pavement pasando por Ty Segall.
Recuerdo que cuando los Redd Kross editaron su anterior álbum, el poperísimo y edificante “Show Worldâ€, los fans de la banda ya habíamos tenido que esperar largos cuatro años en escuchar material nuevo de los hermanos McDonald, que son los que pasaron desde que editaron el que para muchos –bueno, para mí- es su mejor disco, el muy guitarrero “Phaseshifterâ€. Así que podéis imaginaros lo tediosos que se nos ha hecho a algunos los 15 años que han tardado en volver al ruedo musical con este “Researching the bluesâ€.
Los hermanos Teichenné, núcleo duro y únicos miembros estables de los fogosos Rippers desde su creación hace ya más de tres lustros, siempre han gustado de facturar punk rock rabioso, enfermizo y oscuro.
Omar Rodríguez López. Nerd de los cachivaches analógicos, guitarrista tirando a onanista con un aura marcadamente cool, y artista respetado por roqueros y venerado por modernos ávidos de sensaciones fuertes. Entradas agotadas en su primera visita con su grupo a Barcelona. Grupo del que, no nos engañemos, la mitad de los que fuimos a verle hemos escuchado apenas un disco entero suyo.
Mira que llega a ser cabezón Bryan Small, líder (y único miembro estable desde la creación de la banda, en el lejano 1989) de los Hangmen. Se ha de ser muy terco para seguir publicando trabajos viendo la prácticamente nula repercusión mediática que tiene el cuarteto, siempre a la sombra de mierdakas que no le llegan ni a la suela de los zapatos al cowboy punk de los de Los Angeles.
No os voy a engañar, pues, como aquel que dice, acabo de descubrir a este parejón llamado Japandroids. Será que los oía nombrar y leía de ellos en tantos sitios que, ermitaño y huraño que soy cuando quiero, me negaba a escucharlos. “Una mierda para modernos pseudoroquerosâ€, pensaba yo para mis adentros cada vez que oía a un tipillo cualquiera, tatuado hasta el cuello, pantakas pitillo y way farer, hablar maravillas sobre ellos.