Un aquelarre es un elemento de la cultura popular que ya hoy día ha sido usado en infinidad de películas, libros, discos y, mucho antes, los hemos visto en la pintura desde la óptica de diversos artistas clásicos. Pero en la música reciente y, más concretamente, en el rock, entre los pioneros en usar esa imagen, además de una imaginería satánica, fueron los americanos Coven. Prácticamente al mismo tiempo, en Birmingham, Toni Iommi buscaba en el ocultismo un hilo conductor, en Leicester hacían lo propio Black Widow y en Italia unos poco conocidos Jacula ponían un órgano de iglesia como protagonista absoluto en un primer disco estremecedor.
Aunque durante los años 1967 y 1968 ya participaron como teloneros en algunos conciertos de bandas como Alice Cooper o Jimmi Page…™s Yardbirds, no es hasta 1969 cuando editan su primer trabajo: «Witchcraft (Destroys Minds And Reaps Souls)». Un año poco afortunado para meterse en estos temas, porque en agosto se produjo el asesinato en Cielo Drive de la mujer de Roman Polanski y varios invitados que se encontraban en la casa a manos de miembros de la secta que lideraba Charles Manson. Ya podéis imaginar que el disco de Coven suscitó no pocas aversiones en muchos sectores.
«Black Sabbath» es el tema que da comienzo con un ambiente bastante oscuro, especialmente gracias a ciertos intervalos y al delirante final, aunque con muchas reminiscencias de la psicodelia y el folk de la época. A menudo se ha dicho que Osbourne, Iommi, Butler y Ward tomaron el nombre para su grupo de esta canción, pero parece complicado puesto que este disco de Coven fue editado en 1969, año en el cual Black Sabbath ya había tomado su nombre definitivo. De hecho, aún cuando actuaban bajo el nombre de Earth ya tocaban la canción «Black Sabbath», cuyo título fue tomado por Geezer Butler de la película del mismo nombre («Las Tres Caras del Miedo» en nuestro país), según cuenta Ozzy Osbourne en su autobiografía.
«White Wich Of Rose Hall» cuenta la historia de Annie Palmer, una haitiana que muy joven se casó con un terrateniente jamaicano, un tal John Palmer. Un desdichado que murió en extrañas circunstancias mientras la población de la zona apuntaba a su mujer como culpable. Pero la cosa no queda aquí, porque en aquella mansión, Rose Hall, se contaba que esta señora torturaba a sus esclavos y además usaba huesos de niños para sus rituales vudú. «Coven In Charing Cross» comienza accesible, pero el súbito parón a modo de declamación trae de nuevo al primer plano el ambiente ocultista que domina toda la obra. Pero a partir de «For Unlawful Carnal Knowledge» y casi hasta el final todo se vuelve más común y en consonancia con los sonidos de finales de los 60. El cierre del álbum es de lo más llamativo. «Satanic Mass» son más de trece minutos de extraños cánticos rezos aderezados con diálogos plagados de referencias demoníacas. Esta composición es del productor del disco, Bill Traut, un tipo que desde luego ya andaba interesado en estos temas desde antes, porque su sello discográfico se llamaba Dunwich Records, claramente extraído de la obra de H.P. Lovecraft «El Horror de Dunwich».
«Witchcraft (Destroys Minds And Reaps Souls)» es un trabajo interesante, por momentos más por la temática y el año en que fue editado que por su música, pero desde luego no cabe duda que este es un álbum indispensable para conocer un poco más del excepcional e irrepetible ambiente creativo y experimental que se respiraba a finales de la década de los sesenta.
Texto: Juan Manuel Vilches
«Wicked woman» (1969)
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