Saul Hudson, nombre por el que seguramente no lo conozca ni su madre, se hizo grande a finales de los 80 como guitarrista de Guns…™n…™Roses. Con ellos publicó obras capitales como «Appetite for destruction» o las dos entregas de «Use your illusion», giró por todo el mundo y ganó cantidades indecentes de dinero, las cuales gastó y disfrutó de manera mucho más indecente. No hay más que acudir a la biografía escrita por el propio Slash para confirmar que sus años con los Guns los vivió haciendo cierta la máxima de «sexo, drogas y rock…™n…™roll». Pero si algo terminó por poner fin a la trayectoria de un grupo tan exitoso no fueron las constantes sobredosis y visitas a rehabilitación de la mayoría de sus miembros sino la tortuosa relación de su cantante, Axl Rose, con el resto del grupo en general y con Slash en particular. Según cuenta el guitarrista en su ya mencionada autobiografía, Axl no solo ansiaba tomar el control creativo y legal del grupo sino que provocó numerosos desplantes en gran cantidad de conciertos de la banda por pataletas propias de un niño de diez años. Y lejos de querer inclinar la balanza hacia una de las partes cabe decir que, tras la separación del grupo, Slash y el resto de miembros no han parado de crear música y asociarse con diferentes artistas mientras que Axl ha desaparecido durante más de 10 años para volver con «Chinese democracy», un disco mediocre bajo el nombre de los Guns. Por algo será ¿no? Aun así, algo parece pesar como una losa sobre Slash y es la dificultad que este tiene para encontrar un cantante con el que termine de conectar.
En 1995, el guitarrista encontró una válvula de escape a la frustrante situación de los Guns con la publicación de «It…™s five o…™clock somewhere», primer disco de un proyecto personal bautizado como Slash…™s Snakepit. En este, Slash tomaba el control creativo, acompañado por los también Guns Matt Sorum y Gilby Clarke, además de Mike Inez, de Alice in Chains, al bajo. Tan solo faltaba reclutar un cantante y el elegido fue Eric Dover, de Jellyfish. Un vocalista de perfil mucho más bajo que el resto de músicos que completaban la formación y que, a pesar de hacer un buen trabajo en la grabación del álbum, no formó parte del grupo para el siguiente LP. Cinco años después, y con Slash fuera definitivamente de la que por entonces se podía llamar «la banda de Axl», se publicó «Ain…™t life grand». Esta vez el apartado vocal recayó en un prácticamente desconocido Rod Jackson, de nuevo un cantante de perfil bajo que, no obstante, realizó una labor notable en este infravalorado gran álbum de hard rock. Tampoco Jackson volvió a colaborar con Slash.
El siguiente paso del guitarrista de la gran chistera fue el «supergrupo» Velvet Revolver, donde se asoció, esta vez sí, a una voz a la altura de las circunstancias. Slash puso el grupo en funcionamiento junto con sus amigos y ex-Guns Duff McKagan y Matt Sorum, y el encargado de coger el micro fue Scott Weiland, que acababa de quedarse en paro tras la separación de Stone Temple Pilots. El primer disco, «Contraband», se publicó en 2004 y todo marchaba sobre ruedas hasta tal punto que en su autobiografía, (de nuevo recurro a ella) Slash hablaba emocionado del grupo, de lo ilusionado que se encontraba ante la inminente publicación de su siguiente disco y de que esta podría ser su banda definitiva. Nada más lejos de la realidad. Tras el lanzamiento de «Libertad», en 2007, llegaron los excesos, las tensiones y el distanciamiento, una vez más, entre Slash y su cantante, en este caso Weiland. Un mal ambiente que terminó con la salida del vocalista del grupo, soltando alguna directa en los medios dirigidas a Slash y en apoyo de Axl, con el que Weiland de pronto parecía sentirse identificado. Tras su marcha, y hasta el día de hoy, se ha afirmado en numerosas ocasiones que Velvet Revolver no va a desaparecer y que siguen trabajando en un hipotético tercer álbum. El problema es, cómo no, que no consiguen un vocalista.
Tal vez por esta constante mala suerte con sus cantantes Slash decidió que para su siguiente disco lo mejor era tirar de amigos, no casarse con nadie y disfrutar. Y en esta lujuria musical dio salida en 2010 a «Slash», un trabajo en el cada tema es cantado por un vocalista diferente y en el que se dan cita nombres como Ozzy, Chris Cornell, Lemmy, Dave Grohl o Iggy Pop. Un plantel repleto de galácticos en el que, curiosamente, el único que repite es Myles Kennedy, de los metálicos Alter Bridge. Y es que esta historia llena de amargores puede tener un final feliz.
Slash conoció a Myles de rebote pero no tardó en quedar prendado de sus cualidades, parece que tanto vocales como compositivas. Por eso fue a Kennedy a quién se llevó de gira con el difícil reto de trasladar al directo las numerosas voces que grabaron el álbum y por eso su nombre aparece en la portada de «Apocalyptic love», su siguiente disco. Publicado en este 2012, el último trabajo de Slash ha sido compuesto de manera colaborativa con el cantante, que se ocupa esta vez de poner voz a todas las canciones, que vuelve a salir de gira para defenderlas sobre el escenario y que incluso ha tomado la responsabilidad de parte de las entrevistas de promoción. Una asociación que ha dado lugar a un notable disco de hard rock moderno (si es que no son estos términos contradictorios) y con el que Slash podría poner fin a su mal fario a la hora de elegir cantantes.
Velvet Revolver «Slither» (con Scott Weiland)
Slash «Back from Cali» (con Myles Kennedy)
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