Power Burkas – Llarga vida al tarannà (2016)

Hermanos musulmanes radicados en Catalunya, me dirijo a vosotros desde mi retiro espiritual en (línea borrada por el censor) ya que es motivo de orgullo y satisfacción el haber conocido la existencia de un grupo de jóvenes músicos que se hacen llamar Power Burkas. El burka, esa bonita y ligera pieza de ropa que libra de tentaciones a los hombres y llena de pureza (y no las deja guipar mucho, las cosas como son) a las hijas de Mahoma, es simplemente eso, una pieza textil, pero para nosotros, hombres temerosos a la par que siervos de Alá, es mucho más que eso.

En Francia, que está lleno de franceses y con eso está todo dicho, lo han prohibido, y por eso me alegra sobremanera saber que en la tierra de Jordi Pujol y Leo Messi, es apreciado y querido por todo lo que significa. Y más alegría me provoca el conocer que estos jóvenes muchachos vienen de una tierra tan pecadora e infiel como Vic, lugar en el que el cerdo, ese animal prohibido y del que apenas se extrae nada decente, está extendido como el maldito imperialismo yanqui.

La única pega que le pongo a estos chavales, aunque los entiendo porque pecados de juventud hemos cometido todos (fui amigo de la CIA durante un tiempo pero enseguida vi que sólo me querían por interés), es que sus gráciles sonidos, que van desde el punk desbocado al power pop más gamberro pasando por el rock de baja fidelidad que se practicaba con fruición en los años 90 (ah, qué recuerdos y qué bien me lo pasaba en Afganistán en aquellos locos tiempos), son claramente deudores de lo que han ido haciendo desde hace tiempo los conjuntos musicales norteamericanos, perros infieles que quieren derrocar como sea al wahabismo, que como todo el mundo sabe, es amor, paz y armonía.

Sin más, y esperando que estos mozos se inmolen en algún concierto al grito de …œAlá es grande y usa la talla XXL…, escuchen a Power Burkas. A servidor de ustedes le están alegrando como pocos los bonitos atardeceres de (línea borrada por el censor) mientras escribo poesía.