De algún modo fueron descubiertos por Ian Gillan, que les produjo el disco y dijo de ellos que no seguían muchas reglas y por eso este material suena tan crudo, pero tan poderoso al mismo tiempo. En un par de semanas grabaron su único trabajo y el resultado es uno de los más intensos y frescos que podemos encontrar a comienzos de la década de los setenta.
«Frustration» da comienzo con un riff y un ritmo enloquecido que les granjeó unas cuantas buenas reacciones en diversos festivales entre un público que desconocía a la banda. «Hooded Eagle» continúa con un Lynden Williams que deja bien claras sus habilidades vocales en un estribillo memorable. Con «I See The Light» encontramos muchas de las referencias blues de las bandas de la época, pero también un desarrollo que sorprende y se salta todas los cánones del género. El álbum no da lugar al despiste o al aburrimiento. Después de unos primeros quince minutos frenéticos el ritmo no decae con temas como «When The Wolf Sits», «Midnight Steamer» o la enorme «Primitive Man», que tiene unos de los mejores comienzos de todo el disco. Esa epicidad desaparece en «Beyond The Grave» y «She Came Like A Bat From Hell» a cambio de sonidos más psicodélicos.
Como en tantas otras ocasiones cuando la cosa no termina de despegar comienzan los problemas, así que al poco de editar el disco y dar unos cuantos conciertos la banda se disuelve para siempre. Más tarde, Paul Dean y Ray Sparrow se unieron a Bob Cooke para formar Pussy, una banda heredera en parte de Jerusalem, más por su irreverencia que por su sonido. Porque si algo que no dejaron atrás Dean y Sparrow fue esa energía y ese carácter indomable que rezumaba Jerusalem.