King 810 – Memoirs Of A Murderer (2014)

King 810 no dejan a nadie indiferente, es una de las bandas revelación del genero metalero de este año. Poseen tantos amantes como detractores por muchas y diferentes razones que vamos a analizar, pero ya os adelanto que a nosotros sí nos ha gustado.

Estamos en 2014 y nos disponemos a hablar de un grupo que practica un nu metal de manual, ¿nos hemos vuelto locos? Es cierto que el género poco de «nu» puede aportar hoy en día pero, ¿no nos pasamos el día hablando sin pudor de refritos de grupos de los 70? ¿Por qué no íbamos a hacerlo de un grupo que recupera el sonido de los mejores grupos de hace (ya) 15-20 años? Como las series de televisión, cuando una banda se perpetúa más de lo necesario no hace más que mancillar su legado. En ese sentido «Memoirs Of A Murderer» podría ser una perfecta continuación de discos como «Life is peachy» o «Iowa».

Mucho se ha hablado de todo lo extramusical que rodea a King 810. El cuarteto proviene de Flint, una de las ciudades más pobres y con el índice de criminalidad más alto de Estados Unidos, donde el asesinato está a la orden del día. El cantante, que se ha llevado navajazos y disparos en más de una ocasión, fue detenido junto al bajista por una antigua agresión con agravantes cuando se disponían a embarcar destino al Download Festival cuando ni siquiera habían editado el disco. Sus conciertos, presididos por tipos supuestamente armados con automáticas suelen acabar en peleas de sus fans, capaces de tallarse una «K» gigante en su pierna. De la vida en la apodada «murder city» es de lo que tratan las moralmente discutibles letras creadas por David Gunn en un disco (llamémoslo) conceptual, morir o matar. ¿Qué hay de cierto en todo esto? Quién sabe… ¿El sello se aprovecha de la fama de chicos malos de la banda? Probablemente… ¿Nos importa realmente? La verdad es que bien poco.

En lo estrictamente musical, el debut de King 810 es un gran disco. Con sus limitaciones técnicas pero contundente como marcan los cánones chandalistas en temas como «Killem All», «Best Nite Of My Life» o «Murder Murder Murder», muy herederos de los primeros trabajos de Slipknot. Con interludios de dudoso valor poético que recuerdan a los primeros trabajos de Otep, magníficos temas acústicos («Take It», «Eyes», «State Of Nature») e incluso alguna power (murder) ballad como «Devil Don’t Cry». Un disco largo pero variado, con una acertada producción que exalta la profunda, versatil, hiperventilada y quejumbrosa voz a medio camino entre Corey Taylor y Jonathan Davis.

El objetivo del grupo se cumple con creces transportándote al angustioso mundo de King 810 donde tienes que mirar sobre tu hombro a ver quién acecha, un disco que provoca y perturba como el «Smells Like Children» de Marilyn Manson. ¿Acabarán siendo un chiste como el reverendo? Probablemente, en cuanto tengan dinero para comprarse un apartamente en Marina d’Or, pero a día de hoy se trata de un disco 100% disfrutable si en su día no le hiciste ascos al género.