Lo que empezó el año pasado como una disparatada manera de celebrar el décimo aniversario del sello ha visto como la útima edición se confirmaba como una de las citas ineludibles de la ciudad condal. No solo por su apuesta musical, donde grupos consagrados de la escena instrumental, postrockera o matemática se mezclan con grupos emergentes de dentro y fuera de nuestras fronteras. También por el gran ambiente que se respira en el festival, ha resultado ser el momento ideal para reencontrarse con viejas amistades, alouders con ganas de explorar diferentes territorios sonoros y ¿por qué no? Conocer a gente nueva con las mismas inquietudes. Esa misma gente que comulga con la filosofía de Aloud Music, apoyando a los grupos, asistiendo a sus conciertos o comprando sus discos a pesar de que están disponibles de manera gratuíta en la web del sello. Una fórmula que deja perpleja a la competencia y que ha ha elevado a nivel de «estrellas» internacionales a bandas como Toundra o Exxasens.
El tandem Maybeshewill / Exxasens, acostumbrados ya a ir de la mano dentro y fuera de los escenarios, fueron los protagonistas de la primer jornada y se vieron acompañados por los catalanes Audiolepsia que defendieron con contundencia su disco «Principio de Incertidumbre». Exxasens, por fin se quitaron la espina que tenían clavada tras su accidentada última visita a la [2] del Apolo, y nos presentaron un electrizante tema nuevo de 11 minutos que nos hace esperar grandes cosas de la coreada banda, ya con la formación asentada. Los de Leicester, por su parte, hicieron lo que mejor saben hacer. Maybeshewill pusieron toda la carne en el asador a la hora de defender su post rock de toques electrónicos y los temas nuevos no desentonaron con sus temas más reconocibles. Sí, se puede hacer música instrumental y tener singles.
El viernes fue el día más ecléctico, lamentablemente nos perdimos a los prometedores Fura pero pudimos disfrutar de la insultante juventud de los ingleses The Physics House Band que dejaron a todos los presentes boquiabiertos. Los mexicanos A Shelter In the Desert hicieron un concierto de post rock de manual, y sin grandes sorpresas consiguieron convencer a los fans del género. Los ingleses Vessels, a los que recordábamos con cariño tras su visita como teloneros de Oceansize hace años, no defraudaron y demostraron con solidez que se pueden hacer música electrónica con alma a base de sudor y saber hacer. La recta final fue de locura, con el math rock y disco punk sucio del dúo That Fucking Tank y IEPI, el reciente fichaje del sello proviniente de la próspera Banyoles, que nos hicieron bailar de lo lindo con sus ritmos de guitarras desbocadas.
Aunque no lo parezca, fue refrescante escuchar el sábado a un grupo como El Páramo, que tanto tiene de instrumental como de stoner, demostrando que las barreras entre estilos cada vez son más finas. Les siguieron los también madrileños Minor Empires presentando su disco de debut, donde (¡oh sacrilegio!) canta alguien. Pero ese alguien no es otro que Juan Blas de los desaparecidos Nothink, uno de los grupos más queridos de la historia de Aloud Music y que, casualmente encajan mejor por sonoridad en el festival que su anterior grupo. La recta final fue de infarto, con unos sobradísimos de técnica Jardín de la Croix, a los que por fin pudimos ver tras descubrirlos con «Pomeroy», los alemanes Kokomo (que sonoron como un martillo pilón y nos sorprendieron con su actitud en el escenario) y la locura de los gallegos Unicornibot. Con las piernas temblando nos dejaron (¿o fueron las cervezas?), tanto que optamos por dejarlo hasta el año que viene.
Hay que mencionar necesariamente lo mucho que se implicó la Sala Apolo durante todo el fin de semana, habilitando una zona para fumadores fuera del local, dejando salir (a partir de las 23h, eso sí), con DJ Pegatas poniendo temazos entre banda y banda, rebajando los precios de las bebidas y dejando montar una parada de comida dentro de la sala. Chapeau! Tanto a la sala como a los organizadores. El año que viene repetiremos, ¿cómo no?