La idea que estos muchachos llevaron a cabo en 1972 debió parecerles descabellada a los de su discográfica: un álbum basado en el universo Marvel en el que cada tema está dedicado a un superhéroe. El cachondeo que destilaban estos tipos queda patente en la contraportada interior, en la que vemos la foto de cada uno de ellos sobre el cuerpo de los superhéroes, aunque también decidieron tomar como apodo los nombres de algunos de los personajes más emblemáticos de la mítica editorial.
Musicalmente el disco no es nada del otro mundo: rock psicodélico poco inspirado y hasta ejecutado con poca fortuna en ciertos momentos. Las letras son bastante inocentes y simplonas, pero no muy alejadas de los primeros guiones que tuvieron las colecciones de Marvel, así que nos es difícil rememorar al menos una parte el encanto que destilaban aquellos primeros números en estas canciones. Además, se aprecian ciertos momentos interesantes, especialmente el desarrollo de las guitarras y el humor que despliegan hace que el disco merezca al menos unas pocas escuchas.
Se cuenta que la editorial exigió un tanto por cierto de los beneficios al conocer la existencia del álbum y que el sello discográfico prefirió retirarlo a cumplir con la demanda, aunque curiosamente el propio Stan Lee aparece en los créditos de la canción dedicada a los Cuatro Fantásticos, lo que podría ser cierto u otra broma. Sea cierta o no esta historia, la verdad es que el disco no duró mucho en el mercado y no fue hasta hace unos años cuando una reedición lo puso de nuevo a disposición de los aficionados. «The Marvel World Of Icarus» hubiera sido la banda sonora perfecta para la cabecera de cualquier serie animada de superhéroes de los sesenta o setenta, pero quizá la apuesta fue demasiado peculiar y bizarra para su época.
Texto: Juan Manuel Vilches