Desempolvando… The Four Horsemen: «Nobody Said It Was Easy» y «Gettin’ Pretty Good At Barely Gettin’ By»

Volvemos de nuevo a esa horquilla de años que van desde finales de los 80 hasta comienzos de los 90 y en los que ya hemos rebuscado en otras ocasiones. Unos años tremendamente interesantes para el rock en cualquiera de sus vertientes, porque en poco tiempo muchos géneros fueron desplazados por otros nuevos y en los que se dieron cita músicos absolutamente innovadores en uno y otro lado. En esta ocasión la formación que nos ocupa se formó en California por cinco músicos, algunos de los cuales ya habían pasado por bandas como Zodiac Mindwarp o The Cult.

Después de un primer EP homónimo que sacaron en 1989 grabaron su primer trabajo, «Nobody Said It Was Easy» (1991), que salió un par de años más tarde bajo el auspicio de Rick Rubin y después de algunas disputas legales y problemas con la justicia por asuntos de drogas. Aquel trabajo, a pesar de no aportar nuevas ideas y basarse rígidamente en los patrones aportados por AC/DC, ZZ Top, Status Quo o Lynyrd Skynyrd, tenía un puñado de buenos temas. Después del tibio comienzo con el tema que da nombre al álbum, la cosa mejora notablemente «Rockin…™ Is Ma…™ Business», que fue el segundo single y el que alcanzó mayor popularidad. Estructuras sencillas, riffs en la base de casi todas las canciones, baterías contundentes y por encima de todo ello la magnífica voz de Frank C. Starr poniendo el toque macarra y callejero al conjunto.

Con respecto a las demás bandas que aparecieron por aquellos mismos años de rock setentero, como The Black Crowes o Cry Of Love, The Four Horsemen aportaban una actitud y una autenticidad que tan sólo habían mostrado Guns n’ Roses hasta entonces. Quizá demasiada actitud en unos años complicados para el negocio, porque después de la pertinente gira la banda se rompió en pedazos entre el abandono del bajista Ben Pape y el guitarrista Haggis, la muerte del batería por sobredosis en 1994, el atropello que sufrió Starr un año más tarde (cuya consecuencia fue su muerte cinco años después), disputas con su sello discográfico y más problemas con la justicia.

Aún así, la banda decidió seguir adelante y el guitarrista Dave Lizmi reformó la banda con Ron Young, que había sido vocalista de Little Caesar y Manic Eden, el bajista Pharoah y el batería Chuck Biscuits, haciendo por primera vez honor a su nombre siendo cuatro componentes. Sin embargo, para la grabación del siguiente disco Starr se había recuperado parcialmente y tuvo tiempo de dejar su último trabajo en «Gettin’ Pretty Good At Barely Gettin’ By» (1996). Un álbum que mantuvo bien la línea que habían comenzado años atrás. Quizá ahora con más melodía y más coros que antes, pero su rock sureño se mantenía intacto, aunque con un mayor parecido a la única banda de la época a la que salió bien la jugada de hacer rock: The Black Crowes. Hasta entonces la breve historia de la banda ya había dado mucho de sí y Lizmi, que había tomado el relevo a Haggis como compositor principal, aprovechó para hablar de todo ello en unos cuantos temas, como «What The Hell Went Wrong?», «Back In Business Again» o «Song For Absent Friends».

The Four Horsemen tenían talento y aún más ganas de hacer rock. Dejando a un lado su funesta historia, consiguieron dejarnos un par de discos más que interesantes y que son una buena muestra – especialmente el primero- de unos años en los que parecía que el rock iba a volver a ocupar un lugar destacado, pero fue sepultado por el grunge. Y con él se fueron también unas cuantas bandas que seguro podrían habernos dado muchos más buenos momentos.