Hacía tiempo que no nos desplazábamos al recinto de Mendizabala para disfrutar del mejor festival de rock que hay actualmente en España. Pero este año no nos lo podíamos perder, era el décimo aniversario y la organización hizo un esfuerzo para traer a grupos de aquellos que «solo podrás ver una vez en la vida». Una verdadera lástima la caída del cartel de Danzig a última hora, pero aún así el festival, como cada año, no defraudó a ninguno de los presentes y batió su records de asistencia con 58000 asistentes.
Jueves, 23 de junio
Empezamos la jornada bien tempranito con Bizardunak, un grupo de folk vasco apunkarrado que con tan solo media hora de actuación demostraron tener más espíritu rockero que muchas otras bandas. Sus nueve miembros salieron (como debe ser cuando uno tiene la oportunidad de presentarse ante un público que los desconoce) a comerse el escenario, el festival, los instrumentos y a quien se le ponga de por medio. La única pega de un concierto que recordaremos todos los que estuvimos allá presente fue la desconfianza en el público, repetidas veces se nos trató de heavies a nosotros y al cartel del festival, cuando muchos de los asistentes son suficientemente abiertos de miras como para poder disfrutar del folk, ya venga desde Estados Unidos, los Urales o Navarra.
Llegó el turno de Eels, el grupo de Mark Oliver Everett y sus barbudos secuaces que venían presentando su disco «Tomorrow morning». Un disco, que si ya de por si ya es poseedor de toques rockeros, los de California intentaron endurecer un poco más haciendo que se perdieran muchos de los matices de la banda. A la formación clásica se le añadieron un par de vientos (barbudos también, como no) y entre graciosas coreografías, el concierto fue de menos a más. Desde que su batería Knuckles se arrancara a cantar un tema y atacaran temas como «Novocaine for the soul» todo fue a mejor.
Las cosas empezaron a ponerse serias con la aparición de Black Country Communion, el supergrupo formado por Glenn Hughes (Deep Purple, Black Sabbath), Derek Sherinian (Dream Theater), Jason Bonham (hijo del batería de Led Zeppelin) y Joe Bonamassa. Un grupo de una calidad musical extrema y más tablas que el Arca de Noe, donde todos y cada uno de sus miembros sobresalía con su instrumento. Glenn Hughes además conserva una voz que muchos de su generación añoran y Derek Sherinian pasó bastante desapercibido pero podría ser por culpa de nuestra posición respecto al escenario. Como regalo final dejaron caer una perla, «Burn» de Deep Purple.
The Cult es uno de esos grupos que todo el mundo insiste en que deberías ver, que conservan la forma y sus conciertos son verdaderas experiencias para recordar. Y un buen recuerdo es el que teníamos de Ian Astbury cuando se metió en la piel de Jim Morrison hace unos años, pero ese Ian Astbury está a años luz del actual. El cantante, a pesar de conservar su timbre de voz característico salió totalmente desquiciado, en un estado de forma pésimo y una indumentaria totalmente inapropiada. En un momento lanzó del escenario su monitor, partió su pandereta y no paró de increpar a la gente que orinaba en las paredes del recinto llamándoles «Señor Pisso» (como si toda palabra inglesa acabada en «O» pasara a traducirse directamente al español). Esquizofrenia, civismo compulsivo o adicciones varias aparte, el concierto fue bastante bueno. John Tempesta (sí, el de White Zombie) estuvo contundente y Billy Duffy estuvo especialmente genial, muy atento además a hacer de ése el mejor concierto de un pequeño rockero en primera fila que a duras penas llegaba a la valla, dedicándole poses y guiños varios. Esa fue la primera ocasión además en la que tuvimos al lado a Juanma Bajo Ulloa filmando el concierto presumiblemente para un documental sobre los diez años de festival.
Están las películas palomiteras y los conciertos palomiteros, si tienes claro lo que vas a ver no hay problema alguno. Rob Zombie es de los que pertenece a ese segundo grupo, decoró su escenario con fotos gigantes de clásicos del terror, llenó de talco sus rastas, se enfundó su uniforme de zombie satánico postapocalíptico, su brazo articulado de alien, y presumió de pie de micro en forma de esqueleto mitad humano – mitad araña. Si a eso le añadimos la nada despreciable cantidad de singles que lleva en su carrera (tanto en solitario como en su antiguo grupo White Zombie), el resultado es un concierto entretenido, divertido, 100% disfrutable. Sabemos que no es el mejor cantante del mundo y que si no fuera por los característicos efectos en su voz no sería lo mismo, pero se mueve, bota y se corre por el escenario como se espera de él. Si además lleva a un monstruo de la guitarra como Johnny5 y al reciente (e irreconocible) fichaje Ginger Fish a la batería quien se aburrió fue porque quiso.
Punto y aparte, Ozzy. Señor John Michael Osbourne, si nosotros tuviéramos su edad y aparentáramos ese estado de salud física y mental tan frágil ya nos hubieramos retirado hace tiempo. Vale, que sus hijos no parece que vayan a poder subsistir solos en este mundo sin ayuda durante mucho tiempo y haya que dejarles algo. Pero creo que arrastarse de esa manera por el escenario, totalmente deshubicado, no es manera de respetar el legado de su carrera tanto en solitario como con Black Sabbath. No nos podemos quejar de los temazos que sonaron, pero si de como se interpretaron y de los mercenarios sin personalidad que le acompañan (excelentes músicos por otra parte). Ok, Ozzy es Ozzy… Blablabla… Leyenda… Blablabla… Pero no, las cosas o se hacen bien o no se hacen.
La guinda del primer día la trajeron la reunión comercial de Kyuss, y digo comercial porque como comentaba un amigo, gente como Scott Reeder o Alfredo Hernández también forman parte de la historia de la banda, y en cambio no estaban presentes. A cambio tuvimos a Nick Oliveri y Brant Bjork. Nada que reprochar… El grupo sonó impecable, John García inmenso, la selección de temas acertadísima y Nick Oliveri atado muy corto, irreconocible actitud del que llevó al caos a las filas de Queens of the stone age o los Dwarves. Un concierto para dejarse la piel entre el público como hacía años que no haciamos, con temas que hemos escuchado a la saciedad y que en su momento no pudimos vivir en directo. Una lástima que no se diera la aparición de Josh Homme, supongo que nadie realmente creía que el pelirrojo pudiera bajarse de su actual trono. Quien sabe, quizás más adelante…
Viernes, 24 de junio
Llegamos para ver a esa pequeña leyenda del Psycho/rockabilly llamada Jim Heath, alias Reverend Horton Heat. ¿Qué se puede esperar de un grupo que ha sobrevivido a la explosión del hard rock, el grunge y el metal moderno? Pues es una muestra de su duro trabajo, un tema de cada disco, desde «Marijuana» («Smoke ‘em If You Got ‘em», 1990) a «Death Metal Guys» («Laughin’ & Cryin’ with the Reverend Horton Heat», 2009) pasando por la versión de Chuck Berry «Run Rudolph Run» de su álbum navideño y «aceptando» peticiones. El reverendo paseó su actitud, Jimbo Wallace mostró su saber hacer al contrabajo y como anécdota en el primer tema no sonaron los altavoces externos. Hubiera estado bien que hubieran parado y retomado el tema una vez se recuperó el sonido.
Cheap Trick era uno de los conciertos más esperados de la audiencia y me atrevo a decir que no defraudaron a sus fans. Robin Zander uniformado de «policía de los sueños» conserva su voz, el grupo está en forma y derrochan simpatía (sobretodo Rick Nielsen). Para nuestro gusto al concierto le sobraron 15 minutos, pero seguramente porque no somos grandes conocedores de su discografía. Aún así, seguro que todo el mundo disfrutó de clásicos atemporales como «I want you to want me», «Surrender» o la versión de «In the Street» de la serie «That ’70s Show».
Inmediatamente después en el escenario Ben Keith empezaba el concierto de Bad Brains y su mezcla de hardcore 80’s con la versión más quejumbrosa de su cantante H.R. (Human Rights). No acabamos de entrar en el ritmo de concierto y decidimos reservarnos y conseguir un buen sitio para ver a Primus. Lo de Les Claypool no tiene nombre, es realmente hipnotizante verle tocar el bajo, estamos delante de uno de los genios musicales de nuestra época. El grupo que lleva no se queda manco y quizás le faltó volumen a su voz, pero el concierto estaba orientado claramente al lucimiento de Claypool, sus bajos, sus caretas de animales y demás aparatos extraños. Faltaron algunos temas conocidos, pero ahí estaban «nuevos clásicos» como «Here Come the Bastards», «John the Fisherman», «My Name Is Mud», «Pudding Time» o «Those damned blue-collar tweekers». Muy graciosos los dos astronautas gigantes que presidieron todo el concierto brazo en alto y con imágenes en sus cascos. Ahora se entiende todo, esa manera de tocar no es de este planeta.
Las comparaciones son odiosas, y cuando un grupo ya lo has visto varias veces corres el riego de ser más exigente de lo normal. (Casi) Todo el mundo acabó encantado con el concierto de Queens of the Stone Age y (esta vez sí) todos apabullados por la descarga de «You Think I Ain’t Worth a Dollar, but I Feel Like a Millionaire», «No One Knows», «First It Giveth», «Feel Good Hit of the Summer» y «The Lost Art of Keeping a Secret» del tirón nada más empezar. El concierto se diluyó un poco a la mitad con la inclusión de temas de los últimos discos pero fue recuperando el ritmo. ¿El problema? Fue un concierto excesivamente frío, que no transmitió ninguna emoción. A pesar de que el grupo sonó a la perfección y de los temas, disfrutamos mucho más de la explosión de psicodelia stoner de su última visita a Vitoria.
El cansacio acumulado del viaje y de los dos días no nos permitieron ver en condiciones a los canarios This Drama, ni a los americanos Clutch. Pero supongo que si hubieran sido suficientemente buenos conciertos hubiéramos aguantado. Sonaba uno de nuestros temas favoritos, «Electric Worry», cuando abandonábamos el recinto buscando la cama.
Sábado, 25 de junio
Llegamos tempranito para ver a los bilbaínos Juke Box Racket, que a pesar de un calor sofocante dieron una lección de psychobilly rockerizado y mostraron una gran capacidad para facturar temas pegadizos. Se vaciaron y hasta el contrabajista acabó por los suelos cual guitarra solista. Para desgaste el del cantante en el retorno de los New Bomb Turks, un verdadero tocapelotas que incordió (de buen rollo) a todo el que se cruzó en su camino. Hacía tiempo que no veíamos semejante despliegue de energía en un concierto y nos llevó de un lado para otro como quiso.
Cada festival se ha llevado su grupo de folk, el PS11 los Fleet Foxes, el FIB los Mumford & Sons y al Azkena a los Avett Brothers (Scott, Seth y sus 3 compañeros de grupo) , que fueron una de las sorpresas del festival. A su fórmula de folk americano le supieron incorporar la actitud rockera necesaria para hacer del suyo uno de los concierto más intensos del festival. El cello, Joe Kwon, fue uno de los protagonistas viviendo el concierto en cada momento, hasta cuando tuvo que cambiar él mismo una cuerda en medio de una canción. Un grupo muy disfrutable en directo, habrá que comprobar si se comportan igual delante de otras audiencias.
A partir de ahí tuvimos un ligero bajón de ritmo (tanto grupo como nosotros mismos). Vimos desde la distancia a Band of Horses, con los que no estábamos demasiados familiarizados y sólo reconocimos «The Funeral». Algo parecido (e imperdonable seguramente) nos pasó con Gregg Allman, que basó su repertorio tanto en sus temas en solitario como con los Allman Brothers. Finalmente llegó uno de los platos fuertes del día con el Brian Setzer’s Rockabilly Riot. El ex-Stray Cats dividió su set en dos partes y contó con la colaboración del también ex-Stray Cats Slim Jim Phantom. Mucho saber hacer pero falto algo de garra al concierto, finalmente se desmelenaron con tres contrabajos en el escenario y equilibrios varios al ritmo de «Fishnet Stockings».
Finalmente una de las más gratas sorpresas nos la dieron los ingleses The Whybirds, un grupo inglés de country rock con toques grungescos que supieron dar con la combinación perfecta de actitud, crudeza, sensibilidad y grandes temas. Fasn desde ya como se dice. Tal cuerpo nos dejó el concierto que decidimos retirarnos hasta otra edición del ya decano festival alavés, y seguramente nos equivocamos al desconfiar del show que hicieron Thin Lizzy, que se presentaron con Richard Fortus de Guns n’Roses a la guitarra. Bueno, mejor no mirar demasiado atrás y pensar en como puede ser el cartel del año que viene.
Gracias por las fotos de cerca a Markceröck (@Markcerock)
Podéis ver más vídeos en el foro
The Avett Brothers
Brian Setzer’s Rockabilly Riot
The Whybirds
Bodas en el Azkena!
https://www.flickr.com/photos/subnoise/albums/72157626969975579
3 thoughts on “Azkena Rock Festival 2011”
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muy chula la crÃtica, supongo que el que no tiene cariño a Ozzy es imposible que lo disfrute.
No es cuestión de tenerle cariño o no, el concierto de Ozzy fue penoso realmente
dicho desde el cariño, xD