Pero empecemos por el principio, una sala Garatge medio vacía dio la bienvenida a los primeros teloneros (¿Como demonios se llamaban?), un grupo muy joven que me impresionó mucho con una mezcla entre un pop-punk parecido al que harían unos Ash pero mucho más metálicos. Después llegaron Raging Speedhorn, que, para mi gusto, no me parecieron nada especial. Mucha actitud, mucha cara de mala leche fingida y mucho grito. Aunque la idea de mezclar esas voces guturales con ritmos más modernos estaba bien pensada, como dirían Body Count «I don’t feel your music». Y llegó el grupo más esperado de la noche, con una sala a medio llenar (no me extraña que no vengan más grupos si después el público no responde) aparecieron Amen con Casey Chaos al frente seguido por los carismáticos ex-miembros de Snot, Sonny Mayo (guitarra) y John Tumor (bajo)… ¡Y ahora viene la anecdota de la noche! Todo el mundo expectante, comienza el primer tema, «CK Killer», el cantante sube encima de la batería y cuando salta… ¡Se da de cabeza contra el techo quedando inconsciente en el suelo! El grupo acabó la canción sin el cantante mientras se lo llevaban los seguratas a atenderlo…   Â
Había división entre el público, algunos indignados por la poca profesionalidad, otros preocupados por la posible suspensión del concierto… Pero finalmente reapareció Mr. Chaos con una bolsa de hielo para continuar con el set. Poco a poco fueron descargando temas de sus dos discos para acabar con ese pedazo de canción que es «Coma America». La verdad es que después de verlos en directo mi opinión sobre el grupo ha mejorado, Casey Chaos tiene un carisma impresionante, Sonny Mayo no tiene nada que envidiar a gente como Tom Morello, John Tumor debería tener un grupo propio sino lo tiene ya, y Shannon Larkin (batería) ¡parecía un glammie salido del infierno!
Tras el concierto no tuvieron problema ninguno en dedicar un tiempo firmando, charlando con los fans, hasta estuvieron a punto de venirse de copas con algunos de nosotros (si no llega a ser por el Road Manager…) Y eso es de agradecer hoy en día que muchos grupos entran y salen de la sala de conciertos como si fueran fantasmas. Por cierto, que envidia cuando el batería me dijo que conocía a los System of a Down y que eran unos tipos muy inteligentes, pero sobretodo muy humanos… ¡Quiero vivir en Los Angeles!
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