Black Foxxes – Black Foxxes (2020)

La primera sorpresa es el título homónimo, algo que no es de extrañar en álbums de debut. Más o menos, en parte se trata de un nuevo comienzo para el renovado trío británico. En los último meses el bajista y el batería abandonaron pacíficamente el barco, dejando a Mark Holley y a sus dos nuevos compañeros con total libertad creativa y la capacidad de reinventarse. Algunas de las señas de la banda siguen ahí, como en la potente «I am» y en parte «The Diving Bell», pero en esta ocasión han podido experimentar con temas más largos (de hasta casi 10 minutos en ocasiones) y más relajados como «Drug Holiday», «Pacific» o «Swim», donde la producción cristalina gana puntos.

La salud mental y los problemas de salud sigue siendo temas recurrentes en canciones como «Badlands» o «My skin». Asuntos de los que su cantante nunca ha rehusado hablar, aunque ya no son el tema central de las letras. A pesar de eso, siguen siendo oscuros y más sensibles si cabe la posibilidad, y más meticulosos que nunca hasta el punto que recomiendo escuchar el disco con unos buenos auriculares para no perderse detalle.

Por último, me doy cuenta que muchos de los discos que reseño últimamente tienen que ver con el espíritu de superación y la música como método paliativo para dar salida a gran cantidad de problemas. Y me da que pensar, ¿fue primero el huevo o la gallina?, ¿me gustan este tipo de discos por el mismo efecto que produce su música en mí? En verdad parece que Dios nos cría y nosotros nos juntamos.